El “Síndrome del quemado", también conocido como “Síndrome de burnout", es una condición que se produce por un agotamiento emocional, mental o físico derivado de una sobrecarga de trabajo. Dos de los síntomas más comunes son la depresión y la ansiedad.
Los siguientes síntomas pueden ser signos de alerta cuando se experimentan con frecuencia:
Te sientes mentalmente agotado en el trabajo.
Te cuesta sentirte entusiasmado con tu trabajo.
Tienes problemas para concentrarte cuando trabajas.
El burnout laboral es un estado de agotamiento físico, emocional y mental, está vinculado con el trabajo. Fundamentalmente por el estrés causado por las labores y el estilo de vida del empleado, que pueden tener consecuencias muy graves, tanto en la esfera física como psicológica.
El “Síndrome de burnout" suele aparecer, en la mayoría de los casos, en las personas que han elegido su oficio de manera vocacional (es muy frecuente entre profesionales sanitarios, profesores y trabajadores sociales). Aunque al principio las manifestaciones y el malestar sólo se extienden a la vida laboral, finalmente también llegan a alcanzar, en casi todas las situaciones, la vida social y familiar del trabajador afectado.
El síndrome fue descrito por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger en trabajadores de los servicios sociales. Manel Fernández, profesor en la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) y coach de empresa especialista en bienestar en el trabajo, hace hincapié en que el síndrome no es exclusivo de los trabajadores que desempeñan su labor de cara al público:
"En el origen, parecía que las profesiones en contacto con personas podían ser ser las que provocan más burnout, pero hoy sabemos que está más relacionado con aspectos organizativos y con la capacidad de dar respuesta a los problemas que se plantean en el trabajo".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en 2019 el burnout como enfermedad, que fue incluida en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11), que entró en vigor en 2022.
El principal detonante del síndrome de burnout es el entorno laboral y las condiciones de trabajo. El empleado que está expuesto de manera continua a, entre otros, altos niveles de estrés, carga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones en el trabajo y ausencia de apoyo en su entorno, falta de formación para desempeñar las tareas, etc., puede llegar a padecer un estrés crónico que acabe provocando el burnout.
La principal diferencia entre burnout y estrés, según Iván Fernández Suárez, profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), "es que el estrés no siempre es negativo; en muchas ocasiones nos permite ser más efectivos, reaccionar mejor, rendir más…". En cambio, el síndrome de estar quemado, que es "un desajuste continuado entre las demandas y capacidades físicas y mentales del organismo", siempre es negativo.
Todos los trabajadores tienen unas expectativas respecto a su actividad laboral que muchas veces no se ajustan a la realidad cotidiana y provocan que la adaptación a esa realidad se produzca de forma más lenta. Si esas expectativas son muy altas y no se cumplen, el trabajador puede desarrollar síntomas como ansiedad, apatía o tristeza, entre otros. Finalizando en la mayoría de los casos con lo que conocemos como el síndrome de burnout, también llamado como “Síndrome del quemado”
Los siguientes síntomas pueden ser signos de alerta cuando se experimentan con frecuencia:
Te sientes mentalmente agotado en el trabajo.
Te cuesta sentirte entusiasmado con tu trabajo.
Tienes problemas para concentrarte cuando trabajas.
El burnout laboral es un estado de agotamiento físico, emocional y mental, está vinculado con el trabajo. Fundamentalmente por el estrés causado por las labores y el estilo de vida del empleado, que pueden tener consecuencias muy graves, tanto en la esfera física como psicológica.
El “Síndrome de burnout" suele aparecer, en la mayoría de los casos, en las personas que han elegido su oficio de manera vocacional (es muy frecuente entre profesionales sanitarios, profesores y trabajadores sociales). Aunque al principio las manifestaciones y el malestar sólo se extienden a la vida laboral, finalmente también llegan a alcanzar, en casi todas las situaciones, la vida social y familiar del trabajador afectado.
El síndrome fue descrito por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger en trabajadores de los servicios sociales. Manel Fernández, profesor en la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) y coach de empresa especialista en bienestar en el trabajo, hace hincapié en que el síndrome no es exclusivo de los trabajadores que desempeñan su labor de cara al público:
"En el origen, parecía que las profesiones en contacto con personas podían ser ser las que provocan más burnout, pero hoy sabemos que está más relacionado con aspectos organizativos y con la capacidad de dar respuesta a los problemas que se plantean en el trabajo".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en 2019 el burnout como enfermedad, que fue incluida en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11), que entró en vigor en 2022.
El principal detonante del síndrome de burnout es el entorno laboral y las condiciones de trabajo. El empleado que está expuesto de manera continua a, entre otros, altos niveles de estrés, carga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones en el trabajo y ausencia de apoyo en su entorno, falta de formación para desempeñar las tareas, etc., puede llegar a padecer un estrés crónico que acabe provocando el burnout.
La principal diferencia entre burnout y estrés, según Iván Fernández Suárez, profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), "es que el estrés no siempre es negativo; en muchas ocasiones nos permite ser más efectivos, reaccionar mejor, rendir más…". En cambio, el síndrome de estar quemado, que es "un desajuste continuado entre las demandas y capacidades físicas y mentales del organismo", siempre es negativo.
Todos los trabajadores tienen unas expectativas respecto a su actividad laboral que muchas veces no se ajustan a la realidad cotidiana y provocan que la adaptación a esa realidad se produzca de forma más lenta. Si esas expectativas son muy altas y no se cumplen, el trabajador puede desarrollar síntomas como ansiedad, apatía o tristeza, entre otros. Finalizando en la mayoría de los casos con lo que conocemos como el síndrome de burnout, también llamado como “Síndrome del quemado”