El Paso comenta

Drogaba a su esposa para que otros la violaran


Cuando llegó al juicio de su esposo se notaba muy frágil. La señora había sido drogada durante casi 10 años para que desconocidos la violaran en su propio hogar. Y mientras acción sucedía su marido disfrutaba del espectáculo y lo registraba todo en fotos y videos. Como una siniestra colección de recuerdos. El hecho se produjo en Mazan, un pequeño pueblo en el sur de Francia.

Además del esposo Dominique Pelicot, también fueron acusados otros 50 hombres. Todos ellos acusados de participar en las violaciones sistemáticas de Gisele Pelicot . Ella relata que durante casi una década fue drogada y ofrecida a decenas de desconocidos, mientras permanecía inconsciente dentro del hogar.

La mañana del lunes 2 de septiembre el Tribunal de lo Criminal abrió sus puertas para el juicio. Delante estaba su esposo y el resto de los acusados, cuyas edades varían entre los 26 y los 74 años.Todos de diferentes estratos sociales : obreros, camioneros, un periodista, un enfermero y hasta un guardia de prisiones.


Este juicio se extenderá durante cuatro meses. Ya que no solo se busca determinar la culpabilidad de estos hombres en los 92 actos de violación registrados en el proceso de instrucción, sino también exponer la monstruosidad oculta detrás de la aparente normalidad de un matrimonio de larga data.

Según detalla AFP, Dominique Pelicot conoció a Gisèle en 1971, formando una familia con tres hijos. La vida del matrimonio parecía discurrir con normalidad hasta que esa fachada se rompió. Durante nueve años y pico, Dominique  drogó repetidamente a su esposa con ansiolíticos como Temesta y Zolpidem, dejándola en un estado de inconsciencia profunda para que la violaran.

El caso se descubrió cuando un guardia de seguridad en un centro comercial sorprendió a Dominique filmando por debajo de las faldas a varias mujeres. Posteriormente lo que la policía encontró en sus dispositivos electrónicos, reveló detalles que hicieron que las autoridades iniciaran la investigación. Hoy el caso sacude a toda Francia.

“Me da asco, me siento sucia, mancillada, traicionada. Es un tsunami, es como si me hubiera atropellado un tren de alta velocidad”, contó Gisèle a la agencia AFP.




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