Resulta complicado entender el fenómeno de Toribio Romo González, más conocido como el “Santo de los inmigrantes” . Un personaje a quien le otorgan un papel cada vez más importante. Fundamentalmente después de haber sido canonizado en 2000 por el Papa Juan Pablo II. Sus milagros hoy son objeto de estudios. Incluso de personas vinculadas a la ciencia.
La historia del santo se remonta a la década de los años veinte del siglo pasado. Justo cuando el gobierno mexicano prohibió el culto religioso. Dando inicio a la llamada “Guerra Cristera”. En ella, varios grupos cercanos a la Iglesia católica enfrentaron al ejército. Se habla de centenares de muertos. Uno de los caídos fue el sacerdote Toribio Romo.
En noviembre de 1926 cuando la persecución a los cristianos se hace más férrea el padre Toribio escribió en su diario:
— "Pido a Dios verdadero mande que cambie este tiempo de persecución. Mira que ni la Misa podemos celebrar; sácanos de esta dura prueba” — Varios meses más tarde los soldados federales sitiaron el lugar donde se encontraba y lo asesinan en su habitación.
La familia consiguió permiso para velarlo en su casa. No fue una tarea fácil. Más tarde, una enorme multitud acompañó el féretro hasta el cementerio. Lo sepultaron en el panteón municipal un domingo 26 de febrero.
Después de su muerte comenzaron a correr innumerables testimonios de personas que dicen haber recibido ayuda del sacerdote. Sobre todo, inmigrantes a punto de morir de sed en el cruce fronterizo. Dando inicio a una leyenda que se agiganta como una bola de nieve.
Se le denomina el “Santo de los inmigrantes”. Sin embargo, Ángela Renée De la Torre, académica del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, ha declarado a BBC Mundo que Toribio Romo fue canonizado por sanar a una persona desahuciada por cáncer y no por cuestiones migratorias.
La narración más comentada es la de un migrante que llevaba varios días extraviado en el desierto. De pronto se encuentra con un joven alto, de piel blanca y ojos claros que le ofrece agua y dinero. Y cuando pregunta cómo reponer el favor, el desconocido le dice que lo busque en Santa Ana de Guadalupe, Jalisco. Años más tarde esta persona viaja a México para saldar su deuda y descubre que el hombre había muerto en 1928.
Toribio Romo nació en abril de 1900 y muere en febrero de 1928. Comenzó su formación religiosa a los 11 años de edad en el seminario auxiliar de San Juan de los Lagos. Y el 23 de diciembre de 1922 administró la ordenación sacerdotal y comienza a prestar sus servicios ministeriales.
Cada año unas quinientas mil personas visitan su templo. Muchos viajan desde Estados Unidos. Parte de la atracción consiste en ver algunas reliquias que su familia conserva. Como la camisa ensangrentada que tenía al morir, el diario y hasta un pequeño recipiente de cristal con un polvo gris de su sangre.
En el lugar se pueden adquirir medallas alegóricas, novenarios, calcomanías y hasta zapatos para cruzar la frontera. Es recordado con fervor cada 18 de diciembre por ser el Día del Inmigrante de Naciones Unidas. Incluso ya existe una oración en su nombre.
La leyenda ha traspasado fronteras. Ahora los estudiosos, para sorpresa de muchos, también tratan de encontrar alguna huella científica en el caso de Toribio Romo.
La historia del santo se remonta a la década de los años veinte del siglo pasado. Justo cuando el gobierno mexicano prohibió el culto religioso. Dando inicio a la llamada “Guerra Cristera”. En ella, varios grupos cercanos a la Iglesia católica enfrentaron al ejército. Se habla de centenares de muertos. Uno de los caídos fue el sacerdote Toribio Romo.
En noviembre de 1926 cuando la persecución a los cristianos se hace más férrea el padre Toribio escribió en su diario:
— "Pido a Dios verdadero mande que cambie este tiempo de persecución. Mira que ni la Misa podemos celebrar; sácanos de esta dura prueba” — Varios meses más tarde los soldados federales sitiaron el lugar donde se encontraba y lo asesinan en su habitación.
La familia consiguió permiso para velarlo en su casa. No fue una tarea fácil. Más tarde, una enorme multitud acompañó el féretro hasta el cementerio. Lo sepultaron en el panteón municipal un domingo 26 de febrero.
Después de su muerte comenzaron a correr innumerables testimonios de personas que dicen haber recibido ayuda del sacerdote. Sobre todo, inmigrantes a punto de morir de sed en el cruce fronterizo. Dando inicio a una leyenda que se agiganta como una bola de nieve.
Se le denomina el “Santo de los inmigrantes”. Sin embargo, Ángela Renée De la Torre, académica del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, ha declarado a BBC Mundo que Toribio Romo fue canonizado por sanar a una persona desahuciada por cáncer y no por cuestiones migratorias.
La narración más comentada es la de un migrante que llevaba varios días extraviado en el desierto. De pronto se encuentra con un joven alto, de piel blanca y ojos claros que le ofrece agua y dinero. Y cuando pregunta cómo reponer el favor, el desconocido le dice que lo busque en Santa Ana de Guadalupe, Jalisco. Años más tarde esta persona viaja a México para saldar su deuda y descubre que el hombre había muerto en 1928.
Toribio Romo nació en abril de 1900 y muere en febrero de 1928. Comenzó su formación religiosa a los 11 años de edad en el seminario auxiliar de San Juan de los Lagos. Y el 23 de diciembre de 1922 administró la ordenación sacerdotal y comienza a prestar sus servicios ministeriales.
Cada año unas quinientas mil personas visitan su templo. Muchos viajan desde Estados Unidos. Parte de la atracción consiste en ver algunas reliquias que su familia conserva. Como la camisa ensangrentada que tenía al morir, el diario y hasta un pequeño recipiente de cristal con un polvo gris de su sangre.
En el lugar se pueden adquirir medallas alegóricas, novenarios, calcomanías y hasta zapatos para cruzar la frontera. Es recordado con fervor cada 18 de diciembre por ser el Día del Inmigrante de Naciones Unidas. Incluso ya existe una oración en su nombre.
La leyenda ha traspasado fronteras. Ahora los estudiosos, para sorpresa de muchos, también tratan de encontrar alguna huella científica en el caso de Toribio Romo.